Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), se encuentra en una encrucijada profesional tras presentarse a un proceso de selección para una plaza fija en el organismo que lidera. La peculiaridad del caso reside en que el tribunal encargado de evaluar su candidatura fue inicialmente propuesto por la propia ONT, aunque la situación se ajustó tras la renuncia de varios miembros que citaron posibles conflictos de interés. Según se afirmó, el proceso busca estabilizar al personal médico, y aunque Domínguez-Gil sostiene que su aspiración es legítima tras casi dos décadas de servicio, la coincidencia de que la presidenta del tribunal haya sido nombrada por ella genera suspicacias. Por su parte, el Ministerio de Sanidad apunta a la “discrecionalidad técnica” del tribunal para gestionar incompatibilidades.
La candidatura de Domínguez-Gil se enmarca dentro de una convocatoria más amplia destinada a reducir la temporalidad en el sector público. Sin embargo, su postulación ha motivado críticas de otros aspirantes, como Andrés Roncancio, quien subraya la precariedad en la que se ven inmersos muchos profesionales sanitarios. El proceso de selección está basado en la valoración de méritos, donde la experiencia profesional y la formación son elementos clave para la decisión final. A pesar de la controversia, Domínguez-Gil defiende que buscar la estabilización laboral es una medida necesaria tras años de interinidad, y no descarta retirarse del proceso debido a otras oportunidades de empleo en la Comunidad de Madrid. Mientras tanto, el caso ilumina las complejidades de los mecanismos administrativos y la percepción pública de la ética en las convocatorias de empleo público.
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