Dionisio, un hombre que pasó gran parte de su vida trabajando en la construcción y con apenas un año de educación formal, decidió regresar a los estudios después de jubilarse. Desde temprana edad, su vida estuvo marcada por las labores del campo y el pastoreo en su aldea natal, lo que, junto con su limitado acceso a la educación, le dejó con habilidades básicas como contar con los dedos y realizar un simple garabato para firmar su nombre. A pesar de estas limitaciones, Dionisio encontró en la jubilación una oportunidad para cerrar una etapa pendiente y volver a las aulas, demostrando que nunca es tarde para aprender.
Este caso pone de relieve una realidad que afecta a más de medio millón de personas en España, que aún enfrentan el desafío del analfabetismo. Sin embargo, como Dionisio, muchas de estas personas no se resignan a su situación, buscando formas de transformar sus vidas mediante la educación. Aunque las cifras reflejan un importante reto, también destacan historias de superación personal y esfuerzos comunitarios para reducir el analfabetismo y promover la inclusión a través de programas educativos. Dionisio se convierte así en un ejemplo inspirador de cómo, con determinación y acceso a oportunidades de aprendizaje, es posible superar barreras y redibujar el futuro personal.
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