El panorama político en Austria se encuentra en un punto de inflexión tras el anuncio de dimisión del canciller en funciones, Karl Nehammer. El conservador ha decidido abandonar su puesto tras el fracaso de las negociaciones para formar un nuevo gobierno que evitara la entrada de la ultraderecha en el poder. Las elecciones parlamentarias celebradas el 29 de septiembre dieron la victoria al Partido de la Libertad (FPÖ) con un 28,8% de los votos, aunque sin mayoría absoluta. Sin embargo, el resto de partidos se ha mostrado reacio a formar coalición con el líder del FPÖ, Herbert Kickl, a quien consideran un peligro para la democracia por sus posiciones extremistas. Las infructuosas conversaciones han llevado a Nehammer a plantearse una salida, con el fin de facilitar una transición interna en su partido, el ÖVP, que cayó al segundo lugar en los comicios.
La dimisión de Nehammer deja al país en un escenario de incertidumbre política, justo cuando Austria enfrenta graves desafíos económicos con un déficit del 3,7% del PIB y dos años consecutivos de recesión. Las negociaciones habían incluido intentos de formar una coalición entre conservadores, socialdemócratas y liberales, pero las diferencias sobre medidas económicas y otras reformas resultaron insalvables. El Partido Socialdemócrata, liderado por Andreas Babler, ha acusado a los conservadores de no querer ceder en políticas fiscales más progresistas, mientras el líder liberal Beate Meinl-Reisinger culpa a los mayores partidos de no comprometerse con un plan de reformas urgente para salir de la crisis. En este complejo escenario, el creciente apoyo a la ultraderecha podría desembocar en un gobierno liderado por el FPÖ, generando preocupaciones sobre el futuro democrático del país.
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