El Acuerdo de París, firmado hace una década, sigue siendo el epicentro del debate sobre el cambio climático. A pesar del avance en energías renovables y movilidad eléctrica, los combustibles fósiles continúan dominando el escenario energético global, complicando el objetivo de limitar el calentamiento global. Los gobiernos, a menudo, aún apoyan la extracción de petróleo, gas y carbón, lo que provoca una producción prevista excesiva en comparación con las metas climáticas de 1.5 a 2 grados Celsius. La Semana del Clima en Nueva York, junto a la Asamblea General de la ONU, destaca la necesidad urgente de nuevos planes climáticos. Sin embargo, países clave como China y la UE enfrentan desafíos internos que entorpecen sus compromisos, poniendo en riesgo su liderazgo climático.
El reciente informe sobre la Brecha de Producción alerta que para 2030, la producción de combustibles fósiles superará significativamente el límite compatible con los objetivos del Acuerdo de París. Muchos países, incluidos grandes productores como China y EE. UU., continúan planeando aumentar su producción, lo que agrava la situación. Aunque algunas naciones comienzan a alinear su producción con metas de cero emisiones, el apoyo financiero y político a la industria fósil persiste. Además, la ausencia de compromisos claros de países como India e Indonesia y la retirada de EE. UU. del Acuerdo de París complican aún más el panorama. A pesar de estos obstáculos, la ONU resalta la inevitabilidad de la transición hacia renovables, mientras que en el ámbito marino, el tratado de alta mar, ratificado recientemente por 60 países, proporciona un atisbo de esperanza para avanzar en la protección ambiental global.
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