El veterano torero de Arnedo, reemplazando a Morante, logró abrir su cuarta puerta grande en la plaza de Vista Alegre, ofreciendo una actuación que muchos describieron como una oda a la pureza del toreo. Su faena, marcada por una precisión técnica y un profundo respeto por las tradiciones taurinas, cautivó al público presente, que respondió con ovaciones y pañuelos en alto. La destreza con la muleta y el temple demostrado en cada pase consolidaron su reputación como uno de los toreros más respetables del circuito actual.
La sustitución de Morante generaba inicialmente cierta incertidumbre entre los aficionados, pero la actuación del torero de Arnedo no dejó lugar a dudas sobre su capacidad para encabezar la cartelera. Su entrega total en el ruedo y la conexión establecida con el toro reflejaron una pasión genuina por el arte taurino y reafirmaron su lugar en la historia de Vista Alegre. Este triunfo no sólo representa un hito personal, sino también un recordatorio del valor y la tradición que encarna el toreo en la cultura española.
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