En un reciente discurso, la vicepresidenta ha hecho un llamado a «democratizar los beneficios» obtenidos por las empresas, subrayando la importancia de distribuir equitativamente las ganancias para impulsar un crecimiento inclusivo. En su intervención, destacó que las compañías tienen una responsabilidad compartida en la caída de la productividad, un problema que ha comenzado a inquietar tanto a economistas como a responsables de políticas públicas. Según sus declaraciones, las entidades empresariales deberían analizar sus modelos de negocio y buscar formas de integrar prácticas que potencien tanto la eficiencia como el bienestar de sus trabajadores, promoviendo un entorno laboral más justo y productivo.
Además de sus críticas, la vicepresidenta enfatizó la necesidad de implementar políticas que promuevan la innovación y la capacitación de los empleados, para adaptarse a los retos económicos actuales. Su discurso también dejó entrever una preocupación por las crecientes disparidades económicas, argumentando que un reparto más equitativo de los beneficios no solo es una cuestión de justicia social, sino que también podría servir como un catalizador para una economía más robusta y sostenible. Esta visión plantea un debate sobre el papel que deben desempeñar las empresas en la sociedad actual, sus impactos en la economía y la forma en que se deben abordar estas problemáticas desde la perspectiva gubernamental.
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