Federico Fellini y Woody Allen son dos nombres que el cine mundial reconoce por su capacidad para crear personajes icónicos que trascienden el tiempo. En «La Strada», Fellini encontró la musa perfecta en Giulietta Masina, y Allen hizo lo propio en «Annie Hall» con Diane Keaton. Keaton reinventó lo sexy en el cine con su estilo único y su atractiva inteligencia, rompiendo estereotipos y convirtiéndose en una figura emblemática. Según Meryl Streep, Keaton logra una autenticidad que pocos actores alcanzan, mostrando siempre una transparencia extraordinaria.
Keaton, con su distintivo humor y versatilidad, dejó una huella imborrable en el cine. Su actuación en «Annie Hall» es un ejemplo de cómo convertir una aparente desventaja en una pieza maestra de interpretación. Su talento cómico también se extendió a roles dramáticos, como en «Buscando a Mr. Goodbar», donde demostró su capacidad para emocionar al público. Su legado reside no solo en su innegable talento, sino en su autenticidad y capacidad para desafiar normas, tanto en su carrera profesional como en su vida personal, siempre viviendo de acuerdo con sus propios términos.
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