Bajo una luna casi llena que ilumina Brasilia, un grupo de 70 seguidores de Jair Bolsonaro se reunió en una vigilia en un solar al pie de una carretera, a la espera de la decisión del Tribunal Supremo sobre el expresidente, acusado de intentos golpistas. Con pancartas y plegarias, los partidarios mostraron su fe en una intervención divina para la absolución de Bolsonaro, quien permanece en arresto domiciliario. María Eunice, una bióloga retirada, expresó su confianza en un milagro al plantear que la oración es su única arma, mientras otros presentes pedían una revolución si el veredicto resultaba condenatorio.
Mientras tanto, en las calles de São Paulo y Río de Janeiro, las manifestaciones pro-Bolsonaro juntaron a miles, con llamados a favor de una amnistía general y un inusitado despliegue de banderas estadounidenses, en señal de apoyo externo. El gobernador de São Paulo, Tarcisio de Freitas, fue una de las figuras más destacadas, criticando duramente al Tribunal Supremo. Su discurso destacó por acusaciones contra el juez Alexandre de Moraes, preparándose para el crucial veredicto. Este martes, el juez Moraes será el primero en pronunciarse sobre la culpabilidad de Bolsonaro, un momento decisivo que mantiene al país en vilo.
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