Desde el inicio de la temporada de monzones en junio, se han registrado 634 fallecimientos y 768 heridos, con un número significativo de niños entre las víctimas mortales. Las intensas lluvias han azotado varias regiones, causando desbordamientos de ríos, deslizamientos de tierra y dejando comunidades enteras incomunicadas. La emergencia ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades locales, quienes han desplegado equipos de rescate y suministros de emergencia para intentar mitigar el impacto de la catástrofe.
El fenómeno meteorológico, caracterizado por lluvias torrenciales, ha afectado principalmente a áreas rurales donde las infraestructuras son más vulnerables, complicando aún más las labores de rescate y atención. Las pérdidas materiales son cuantiosas, con miles de hogares destruidos y cultivos arruinados, exacerbando la crisis humanitaria en las zonas afectadas. Mientras tanto, organizaciones internacionales han comenzado a coordinar esfuerzos para ofrecer ayuda y apoyo a las comunidades devastadas por las inclemencias del clima, en un intento por aliviar la situación desesperada que viven miles de personas afectadas por la tragedia.
Leer noticia completa en El Mundo.