En las últimas 48 horas, Ucrania ha enfrentado uno de los bombardeos aéreos más intensos por parte de Rusia desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Este aumento en la agresión aérea ha dejado un rastro de destrucción en varias ciudades ucranianas, incluida la capital, Kiev, que ha sido blanco de numerosos ataques nocturnos. Las ofensivas han provocado la activación masiva de defensas antiaéreas, las cuales, según informes del gobierno ucraniano, lograron interceptar una parte significativa de los misiles y drones rusos. Sin embargo, las explosiones han generado un clima de tensión y temor entre los ciudadanos, mientras las autoridades locales evalúan los daños materiales y las pérdidas humanas.
Este recrudecimiento en los ataques ocurre en un contexto de creciente presión internacional sobre Moscú para poner fin a la guerra. A pesar de los llamamientos diplomáticos y las sanciones económicas en su contra, Rusia mantiene su postura agresiva, intensificando bombardeos en un aparente intento de quebrantar la resistencia ucraniana. Las recientes incursiones aéreas han generado condenas globales y plantean nuevas interrogantes sobre el futuro del conflicto, que sigue evolucionando sin señales claras de una resolución pacífica. En tanto, la comunidad internacional continúa observando con preocupación los eventos en la región, mientras se preparan nuevas medidas para intentar contener la escalada del conflicto.
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