En Kerrville, Texas, las lluvias torrenciales han dejado un saldo devastador de 78 muertos, de los cuales 28 son menores, mientras las labores de rescate continúan en el parque Louise Hays. El desbordamiento del río Guadalupe provocó una destrucción sin precedentes, arrasando vehículos, árboles y estructuras. A pesar de la alerta emitida por las autoridades, muchas personas se han acercado al lugar afectado, desobedeciendo las cintas de advertencia policial. La comunidad, ahora inmersa en la tarea de limpieza y búsqueda, muestra un espíritu solidario con personas provenientes de distintas áreas dispuestas a ayudar, mientras los vecinos lidian con el impacto emocional de la tragedia.
Entre los testimonios se encuentra el de Kim, quien vivió el desastre mientras trabajaba como repartidora, y cuya familia se encontraba a salvo, y el de Rafael Villarreal, un residente que perdió su hogar y ahora ayuda en la recuperación mientras busca un nuevo lugar donde vivir. Las imágenes son conmovedoras: un columpio roto, coches volcados y árboles caídos, testigos silenciosos de la furia de la naturaleza. Ante la magnitud del desastre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado el estado de emergencia para facilitar la atención y recuperación de la zona afectada.
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