Este fin de semana, la presa de Mingorrubio se convirtió en el epicentro de la atención mediática y ciudadana debido a una notable crecida del río que atrajo a cientos de curiosos. A pesar de las reiteradas advertencias de las autoridades locales y el riesgo de enfrentar multas de hasta 200 euros, los espectadores se agolparon en el área para observar el fenómeno natural. El servicio de meteorología había pronosticado abundantes lluvias que, efectivamente, incrementaron el caudal del río, generando un espectáculo natural poco común y promoviendo la llegada de numerosos visitantes deseosos de documentar el evento con cámaras y teléfonos móviles.
Sin embargo, la afluencia de personas en la zona no solo supuso un desafío para el manejo del tráfico peatonal y vehicular, sino también un riesgo potencial para la seguridad de aquellos que se acercaron demasiado al agua. Las autoridades locales han instado reiteradamente a la población a mantenerse alejada de áreas peligrosas y a respetar las señales de advertencia. Algunas personas presentes expresaron su frustración, argumentando que las medidas impuestas eran excesivas, mientras que otros reconocieron la importancia de seguir las recomendaciones oficiales para evitar accidentes. El incidente resalta la tensión en la gestión de espacios naturales durante fenómenos extraordinarios, balanceando la curiosidad pública y la necesidad de garantizar la seguridad.
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