Álvaro Pasquín Mora, acusado de abuso sexual, ha estado eludiendo la justicia durante cinco años al ocultarse en un cobertizo del barrio de Ciudad Jardín. Adoptó la identidad de su propio sobrino para evadir a las autoridades, mientras el plazo de prescripción del delito se acercaba peligrosamente al 31 de julio. Su captura se produjo gracias a una operación coordinada por las fuerzas de seguridad, quienes habían intensificado la búsqueda al conocer que el tiempo para procesarlo estaba por expirar.
Durante su tiempo como fugitivo, Pasquín Mora logró pasar desapercibido viviendo en condiciones precarias, evitando el contacto con el exterior y confiando en un círculo muy reducido de personas que le ayudaban a mantener su fachada. La comunidad de Ciudad Jardín se muestra sorprendida al descubrir que el hombre que conocían como un residente más era, en realidad, un prófugo de la justicia. Su caso ha reabierto el debate sobre la efectividad de las leyes de prescripción y la necesidad de mejorar las estrategias de búsqueda de fugitivos en el país.
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