El adiós a Rafael Rullán marca el fin de una era en el baloncesto español, dejando un legado inmenso tanto en la cancha como fuera de ella. Su fallecimiento, aunque esperado por su prolongada enfermedad, no resta el impacto de la pérdida de un icono del deporte. Rullán, legendario jugador del Real Madrid, participó en la conquista de 14 Ligas, 9 Copas, 3 Copas de Europa, entre otros títulos, destacándose además como internacional español en 161 ocasiones. A partir de sus 19 años, el «Rafita» dejó una huella indeleble en sus compañeros, quienes recuerdan su cálida camaradería y la capacidad de proteger y guiar a los más jóvenes en momentos difíciles, incluso en torneos infantiles.
Su carrera se caracterizó por una asombrosa adaptabilidad en el juego, evolucionando desde un maestro del poste bajo a un pionero en tiros de larga distancia, anticipando tendencias modernas en el baloncesto. Rullán demostró habilidades de tirador excepcional, pasador astuto y competidor tenaz, cuyo talento fue particularmente notable en encuentros históricos como la final de la Copa de Europa de 1980. Hoy, su fallecimiento invita a una reflexión más profunda sobre su gigantesca contribución al deporte y el imperativo de reconocer su legado adecuadamente. A pesar de la tristeza de su partida, queda la gratitud eterna por sus incontables aportes y la esperanza de que su historia inspire a futuros talentos.
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