En la séptima corrida de la Feria de Fallas en la Plaza de Valencia, la ganadería de Juan Pedro Domecq presentó un decepcionante espectáculo que no cumplió con las expectativas de los aficionados. Las esperanzas de la afición valenciana, a pesar del desalentador historial de la ganadería en esta plaza, se vieron frustradas con una corrida marcada por la falta de bravura y presentación de los toros. Ninguno de los siete ejemplares, incluido el sobrero que regresó a los corrales, mostró las características esperadas de bravura y presencia, dejando a la afición con un sentimiento de injusticia y decepción.
En medio de este desolado panorama, destacaron algunos momentos aislados, particularmente la labor de Daniel Luque con su primer toro, donde logró conectar con el tendido a través de una serie de verónicas y muletazos apreciados por el público. Sin embargo, el resto de la corrida fue un cúmulo de despropósitos. Sebastián Castella, aunque mostró intención y entrega al recibir a sus toros a porta-gayola, no logró entusiasmar al público debido a la defensiva actitud de sus oponentes. Por su parte, Emilio de Justo se enfrentó a un toro de pocas cualidades que no facilitó su labor, convirtiendo la faena en un mero trámite entre el desencanto general. En definitiva, la jornada quedó marcada por el descontento de la afición ante un espectáculo falto de casta y emoción.
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