En un entorno donde la juventud se enfrenta al reto de dejar atrás su hogar y su adolescencia, un colegio mayor femenino y religioso se erige como un refugio de crecimiento personal y académico. Las estudiantes, provenientes de lugares tan dispares como Palma de Mallorca y Buenos Aires, encuentran en este espacio una oportunidad para saciar su curiosidad. La vida universitaria se convierte en un catalizador que no solo nutre su intelecto, sino que también moldea su identidad. Los nuevos desafíos, desde el idioma hasta las costumbres locales, se convierten en lecciones diarias que enriquecen su experiencia.
Más allá de la búsqueda de conocimiento, el colegio mayor ofrece una comunidad que rápidamente se transforma en una familia improvisada. Este sentido de pertenencia fortalece a las jóvenes, quienes descubren el poder de la colaboración y la amistad. En un ambiente que promueve valores compartidos, cada estudiante no solo busca su propósito individual, sino que también se descubre a sí misma en el espejo de las experiencias compartidas. Así, en este rincón multicultural y académico, las jóvenes abrazan su autonomía y se preparan para enfrentar el futuro con confianza renovada.
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