En el siglo XXI, el uso de las redes sociales se ha convertido en una parte integral de la vida cotidiana, especialmente en España, donde el 80% de la población está conectada a Internet y TikTok se impone como la plataforma más popular. Sin embargo, el impacto de estas redes va más allá de la mera conexión. Expertos advierten que el uso desmedido de estas plataformas puede afectar nuestra autoestima, llevando a comparaciones perjudiciales y a la presión de consumir productos promovidos por influencers. Ante este panorama, ha emergido un movimiento conocido como ‘desinfluencing’, que busca cuestionar el modelo de consumo acelerado que las redes fomentan, promoviendo una relación más consciente y equilibrada con el acto de comprar.
Este fenómeno ha resonado especialmente entre la generación Z, que muestra una tendencia hacia un consumo más reflexivo, prefiriendo experiencias sobre objetos materiales. Según especialistas, el ‘desinfluencing’ no solo invita a evitar ciertas compras, sino que también promueve una revalorización de lo que realmente aporta bienestar personal. Al enfocarse en la autenticidad y la autonomía en las decisiones de compra, este movimiento es un recordatorio de que el valor propio no debería depender del consumo. Para manejar el uso de redes de manera más saludable, se sugiieren estrategias como la autorregulación digital y la reflexión sobre el impacto emocional de las interacciones en línea, buscando así un equilibrio entre la vida virtual y el bienestar emocional.
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