Cada vez más personas sienten el peso del agotamiento, tanto físico como emocional, en un contexto laboral y social que exige un rendimiento constante. Joan T., después de ser diagnosticado con burnout por su exceso de trabajo, reflexiona sobre cómo su identidad quedó atrapada en su empleo en un casino, dejando de lado pasiones y rutinas. Por su parte, Deià Villanueva lidiaba con el Síndrome de Fatiga Crónica desde la adolescencia, lo que limitaba sus actividades cotidianas y la obligaba a administrar su energía meticulosamente. A pesar de sus diferentes circunstancias, las historias de ambos resaltan un fenómeno común de vivir en un estado de agotamiento que marca la salud mental en la sociedad actual.
Los expertos advierten que el burnout y el Síndrome de Fatiga Crónica son manifestaciones de una crisis más profunda. Como señala la psicóloga Rosa Lozano, hay una diferencia crucial entre la fatiga ordinaria y el cansancio crónico. El mundo actual, impulsado por la hiperproductividad, ha llevado a un aumento del estrés y trastornos de salud mental, especialmente tras la pandemia. Un estudio reciente revela que casi la mitad de los trabajadores en la UE experimentan sobrecarga laboral. El desafío ahora radica en reconocer la fatiga crónica como una enfermedad médica que exige atención, al mismo tiempo que se aboga por una reevaluación del ritmo de vida que fomente el descanso como un elemento esencial de bienestar.
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