El reciente descubrimiento de un vasto yacimiento de hierro en la provincia de Hamersley, Australia Occidental, ha captado la atención de científicos y economistas por igual. Este hallazgo, valuado en 5,6 billones de euros, no solo consolida a Australia como líder en la producción mundial de hierro, sino que también ofrece nuevas perspectivas sobre los procesos geológicos que formaron estos ricos depósitos minerales. Según la doctora Liam Courtney-Davis, coautora del estudio, el vínculo descubierto entre los depósitos de mineral de hierro y los ciclos de los supercontinentes podría revolucionar la comprensión de las formaciones geológicas antiguas, además de mejorar la capacidad para identificar futuros sitios de exploración.
Desde una perspectiva económica, el impacto de este yacimiento es significativo. Podría influir en los precios internacionales del hierro y afectar las cadenas de suministro industriales que dependen de este material, además de tener un efecto en la economía australiana en su totalidad. Sin embargo, el descubrimiento también plantea retos en cuanto a la explotación sostenible de los recursos y su impacto ambiental. La investigación se llevó a cabo utilizando técnicas avanzadas de análisis de isótopos de uranio y plomo, que revelaron que estos minerales se formaron hace aproximadamente 1.400 millones de años, descartando las estimaciones previas de 2.200 millones de años. Tal precisión en la datación puede cambiar la comprensión de los movimientos tectónicos y la formación de los depósitos minerales más grandes del mundo.
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