Pertenecer a un clúster se ha convertido en un catalizador esencial dentro de la industria, facilitando la colaboración entre empresas y agentes del sector. Este modelo organizativo permite que las empresas, centros de investigación y formación, tanto públicos como privados, cooperen para obtener beneficios colectivos y llevar adelante proyectos innovadores conjuntamente. La Comisión Europea ha sido un gran promotor de estas agrupaciones, impulsando políticas con el fin de desarrollar clústeres competitivos a nivel global.
Un clúster, también conocido como Agrupación Empresarial Innovadora (AEI), se caracteriza por la concentración geográfica o sectorial de sus actores, y su funcionamiento se articula en torno a sectores científicos, tecnológicos o segmentos de mercado específicos. Entre las características más notables de estos grupos se encuentra la necesidad de contar con una masa crítica de participantes para asegurar su competitividad y visibilidad internacional, algo especialmente relevante para las pequeñas y medianas empresas (pymes). Esta masa crítica es fundamental para fomentar la innovación y la internacionalización.
Los clústeres se clasifican en dos tipos: incipientes y excelentes. Los primeros son aquellos recién constituidos o en proceso de consolidación con una antigüedad máxima de cuatro años. Los clústeres excelentes, por otro lado, son aquellos que han demostrado un alto desempeño en proyectos relevantes, tienen una gestión eficiente y una estructura financiera sostenible, además de un plan estratégico que cumpla con criterios rigurosos.
Pertenecer a un clúster proporciona múltiples ventajas, entre ellas el facilitar el contacto y colaboración entre diversos actores de la industria. Esto permite a las empresas intercambiar conocimientos y explorar nuevas oportunidades de negocio, tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo, los clústeres facilitan el acceso a proyectos de interés común, lo cual ayuda a las empresas a identificar tendencias y necesidades del mercado de manera más eficiente. Además, participar en un clúster puede ampliar la visión de la empresa a través de la interacción con otras organizaciones con diferentes perspectivas y realidades.
Para ser considerados oficialmente, los clústeres deben estar inscritos en el Registro de Agrupaciones Empresariales Innovadoras del Ministerio de Industria y Turismo y elaborar un «Plan Estratégico del clúster» cada cuatro años, como se especifica en la Orden IET/1444/2014. Este plan debe incluir la caracterización de su base industrial, innovadora y tecnológica, una estrategia detallada que analice debilidades y fortalezas, y la identificación de indicadores para evaluar el cumplimiento de sus objetivos.
El gobierno español, a través del Ministerio de Industria y Turismo, apoya a estos clústeres mediante el Programa de Agrupaciones Empresariales Innovadoras. Este programa ofrece subvenciones para diversas actividades, que incluyen el desarrollo de estructuras de coordinación y gestión, estudios de viabilidad técnica para proyectos de I+D+i, innovación en productos y procesos, y la cooperación en actividades innovadoras entre varios miembros del clúster.
A nivel europeo, la Comisión Europea ha promovido desde 2008 políticas para el desarrollo de clústeres excelentes. Estas políticas se enfocan en la innovación ampliada, el renacimiento industrial y la agenda de fortalecimiento del sector industrial. Todas ellas tienen como objetivo crear clústeres globales, facilitar la colaboración intersectorial y promover proyectos de I+D+i para mejorar la competitividad empresarial.
En conclusión, los clústeres son vitales para impulsar la innovación y la competitividad dentro de sectores estratégicos. Ofrecen a las empresas, especialmente a las pymes, una plataforma colaborativa que permite el acceso a recursos, conocimientos y oportunidades valiosas. Gracias a las políticas y programas de apoyo tanto nacionales como europeos, los clústeres refuerzan su papel como agentes clave en el desarrollo industrial y tecnológico.