En Pamplona, la proyección de sus espacios verdes es parte esencial de su identidad, desde los extensos campos de trigo y cebada en Navarra, hasta los frondosos parques y jardines que salpican la ciudad. Según Mercedes Jover, directora del Museo de Navarra, la ciudad posee un alma jardinera, siendo puntos destacados la Ciudadela de Pamplona y Taconera. Además, Pamplona se caracteriza por una rica variedad arbórea que incluye desde platanares hasta almeces y arces, creando un entorno en el que la naturaleza y la urbanidad se fusionan de manera armoniosa. Este verde entorno es algo que resalta Marisa Sáenz, amante de la jardinería, para quien el monte Ezkaba representa un pulmón esencial gracias a su biodiversidad.
El Festival Arbola celebra la relación de la ciudad con los árboles, proponiéndose sensibilizar a la ciudadanía sobre la cultura arbórea. Isabel Ferreira, directora artística del festival, valora el esfuerzo municipal para enriquecer el verdor urbano, pese a los desafíos en el casco antiguo. La población pamplonesa participa activamente en el cuidado vegetal, ilustrado por recuerdos compartidos de vecinos que riegan árboles jóvenes, y el aprecio por especies emblemáticas como las hayas y las imponentes secuoyas. Desde las miradas de los jóvenes hasta la nostalgia de los mayores, la vehemencia por mantener una Pamplona verde y viva subraya la relevancia y el orgullo comunal por sus espacios naturales.
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