El 7 de abril de 1921, Gabriela Mistral, reconocida poeta chilena, experimentó un cumpleaños agridulce al cumplir 33 años. Fue un día de espera infructuosa bajo el cielo del campo, aguardando en vano la llegada de Manuel Magallanes, un poeta casado con quien mantenía desde años una correspondencia repleta de amor y desamor. Las cartas entre ellos comenzaron en 1914, cuando Mistral le enviaba retratos suyos, marcados por una honestidad desgarradora que reflejaba sus inseguridades. La poeta, quien además era profesora y barajaba la idea de jubilar, veía con resignación cómo el paso del tiempo dejaba una huella tangible en su cuerpo, compartiendo confesiones sobre sus canas y problemas visuales. Aunque nunca llegó a verlo en su cumpleaños, recibió al día siguiente una carta suya junto a un jazmín, en la que no escatimó en reproches por su ausencia. «Me envejezco, Manuel», le escribió, reflejando un anhelo que nunca fue correspondido en persona pero sí a través de papeles.
Este episodio de su vida forma parte del renovado interés por la correspondencia de Mistral, recopilada en un nuevo libro editado por Gladys González, titulado «Los seres buenos se hacen mejores con el dolor, los malos nos hacemos peores. Cartas de amor 1905-1956». Esta obra reúne cartas dirigidas a varias personas significativas en su vida, desde amores platónicos hasta relaciones cercanas, como Palma Guillén y Doris Dana. En estos escritos se revela la dualidad emocional de Mistral: desde la entrega apasionada hasta la duda y el temor al rechazo, un rasgo que persiste especialmente en su correspondencia con Dana. A través de estas cartas, el libro no solo explora sus experiencias amorosas, sino también ofrece una ventana íntima a su madurez, carrera y el complejo entramado de sus relaciones humanas, además de su profunda conexión con la política y la religión. La cuidadosa selección de González transforma estas correspondencias personales en un testimonio del legado emocional y literario de Mistral, rememorando no solo sus triunfos, sino también las sombras que la acompañaban, pintando un retrato más completo de una mujer que dejó una marca imborrable en la literatura mundial.
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