En un conclave lleno de intrigas y estrategias, el cardenal Robert Francis Prevost ha sido elegido como el nuevo Papa León XIV, pese a la circulación de bulos y dossieres contra varios papables destacados, como Tagle y Parolin. La elección, que requirió solo cuatro rondas de votación, refleja un esfuerzo extraordinario por parte del Sacro Colegio Cardenalicio para proyectar una imagen de unidad y evitar que las divisiones internas salgan a la luz pública. Bajo la imponente mirada del fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, los septuagenarios electores priorizaron sus responsabilidades eclesiásticas por encima de las especulaciones mediáticas. Esta elección subraya un mensaje de cohesión en un momento crítico, donde las tensiones internas de la Iglesia han sido tema central de conversación.
León XIV, con experiencia en misiones y gobierno eclesiástico, representa una figura de transición caracterizada por su comprensión intercultural, al ser un estadounidense con raíces en Francia y España y fluidez en español. En su primera alocución, hizo énfasis en la paz y la sinodalidad, alineándose en parte con el legado de su predecesor, el Papa Francisco. Su elección de nombre evoca al innovador León XIII, deseando reflejar tanto la ortodoxia como la apertura al cambio social. En una Iglesia diversa que busca reconciliación entre sus diferentes facciones, desde el tradicionalismo hasta el progresismo más acentuado, León XIV simboliza un gesto hacia todos, en un intento por mantener la cohesión y funcionalidad de una institución a menudo comparada con una compleja Babel.
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