La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto en alerta a la comunidad internacional tras el surgimiento de una nueva variante del SARS-CoV-2, designada como NB.1.8.1. Esta variante, que se identificó por primera vez en enero de 2023 como un sublinaje de ómicron, ha registrado un notable incremento en los casos y hospitalizaciones por COVID-19 a nivel global. Actualmente, representa más del 10% de las infecciones secuenciadas mundialmente y se ha vuelto dominante en regiones como China y Hong Kong, además de haberse detectado en países como el Reino Unido, Estados Unidos y Australia, así como en destinos turísticos incluidos Egipto y Tailandia.
La doctora Lara Herrero, experta en virología, advierte que esta nueva variante podría ser capaz de propagarse con mayor rapidez y de eludir parcialmente la inmunidad conferida por infecciones anteriores o vacunaciones. Los síntomas asociados con NB.1.8.1 son similares a los de otras subvariantes de ómicron, destacándose la aparición de síntomas gastrointestinales como diarrea y náuseas, lo que podría complicar el diagnóstico al confundirlo con otras enfermedades. Además, se han reportado síntomas más tradicionales como tos, fatiga y fiebre, lo que susgiere la necesidad de una continua vigilancia en la detección y tratamiento de esta variante.
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