Las recientes operaciones militares de Israel contra Irán se han enfocado en la destrucción de instalaciones nucleares estratégicas, con el objetivo de desmantelar su programa atómico. Entre las instalaciones atacadas se encuentran Natanz, que ha sido prácticamente destruida, y un daño significativo en Isfahan, el centro de investigación nuclear más importante de la nación persa. Actualmente, las miradas están puestas en la Planta de Enriquecimiento de Combustible de Fordow, donde se estima que más de 1.000 centrifugadoras operan para enriquecer uranio, a pesar de que Irán aseguró al Organismo Internacional de Energía Atómica que podría albergar hasta 3.000.
Sin embargo, el éxito de un posible ataque a Fordow enfrenta serias dificultades. Esta instalación está ubicada a entre 80 y 90 metros bajo tierra, lo que ha impedido a Israel dañarla con sus actuales capacidades. Tras la evaluación de la situación, se ha mencionado la posibilidad de utilizar la GBU-57, una bomba extraordinaria diseñada para penetrar a grandes profundidades. No obstante, solo Estados Unidos tiene acceso tanto a esta poderosa arma como al bombardero B-2 Spirit, el único avión capaz de lanzarla. La complejidad y el elevado coste tanto de la bomba, que ronda los 17 millones de euros, como del propio bombardero, cuya construcción alcanza los 2.000 millones de dólares, crean un panorama incierto para cualquier operación futura contra la planta nuclear de Fordow.
Leer noticia completa en 20minutos.