Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, el conflicto ha escalado a una guerra prolongada marcada por intensos enfrentamientos y un uso elevado de tecnología militar avanzada. Las fuerzas rusas han empleado una amplia gama de armamento, incluyendo misiles de largo alcance y drones de ataque, mientras que Ucrania ha recibido asistencia considerable de sus aliados occidentales tanto en términos de material bélico como de inteligencia. En este dramático panorama, el dron Geran-3, también conocido como Shahed-238, ha emergido como una de las armas más letales empleadas por las tropas rusas.
Recientemente, Ucrania ha logrado capturar y analizar uno de estos drones, revelando que su capacidad letal no se debe a innovaciones rusas, sino a una red compleja de suministro de componentes occidentales. El Geran-3 incluye un motor turbojet de fabricación china y elementos como una bomba de combustible checa, además de microchips y módulos electrónicos provenientes de Estados Unidos, Reino Unido, Suiza y Alemania, junto con una computadora Raspberry Pi 4. Este descubrimiento lanza importantes interrogantes sobre la eficacia de las sanciones internacionales impuestas a Rusia, ya que demuestra cómo los componentes avanzados continúan fluyendo hacia el armamento del país a través de redes de suministro globales.
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