La profesión de sepulturero, también conocida como enterrador, es una de las más enigmáticas y esenciales en la sociedad. Estos profesionales no solo se encargan de dar una despedida digna y respetuosa a los fallecidos durante los entierros, sino que desempeñan diversas tareas en el cementerio. Entre sus funciones se encuentran la exhumación de cuerpos tras el vencimiento del periodo de ocupación de una tumba, así como su traslado a otros nichos. Sin embargo, su labor va más allá de los entierros, e incluye trabajos de albañilería, mantenimiento, limpieza de las áreas comunes y gestión documental dentro del recinto.
La retribución económica de los sepultureros varía según el tipo de contrato y la entidad para la que trabajen. En los cementerios públicos, los enterradores suelen ser funcionarios del grupo C2, percibiendo un salario base de 696 euros mensuales, que equivale a 8.353,56 euros anuales, más dos pagas extraordinarias y posibles complementos por antigüedad. En cambio, en el sector privado, el salario mensual puede ascender a aproximadamente 1.500 euros brutos. Más allá de los aspectos financieros y logísticos, quienes desempeñan esta profesión subrayan la importancia de separar el ámbito laboral del personal y suelen actuar, ocasionalmente, como un apoyo emocional para los familiares de los difuntos en momentos de duelo.
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