Madrid alberga joyas naturales escondidas, y uno de sus tesoros más deslumbrantes es la Quinta de los Molinos, situada en el distrito de San Blas-Canillejas. Este parque emerge cada primavera con una explosión de color gracias a la floración de sus almendros, un fenómeno que recuerda al hanami japonés. Con la llegada del buen tiempo, entre finales de febrero y principios de marzo, los más de 1.800 almendros del parque cubren el paisaje con un manto de flores blancas y rosadas. En 2025, se espera que el espectáculo visual alcance su apogeo a finales de febrero, atrayendo a madrileños y turistas que buscan disfrutar de esta efímera maravilla sin abandonar la ciudad.
La Quinta de los Molinos combina belleza natural con un legado histórico. Diseñado a principios del siglo XX por el arquitecto César Cort Botí, el parque fue inicialmente una finca privada que integraba elementos agrícolas y recreativos. En 1982, el Ayuntamiento de Madrid convirtió la Quinta en un parque público, preservando su valor patrimonial y abriéndolo a la ciudadanía. Su accesibilidad es sencilla, con cercano acceso a través de la estación de metro Suanzes (Línea 5) y varias rutas de autobús. Durante la floración, se aconseja visitar entre semana para evitar aglomeraciones, y los visitantes son invitados a respetar la naturaleza del lugar, disfrutando de su belleza sin perturbarla. La Quinta de los Molinos, con sus coloridos almendros y su rica historia, sigue siendo un refugio natural en el corazón de Madrid, un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan entre delicadas flores de almendro.
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