La creciente tensión entre Canadá y Estados Unidos tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reavivado el sentido nacionalista entre los canadienses, según varios analistas y figuras culturales. El escritor Mordecai Richler, conocido por su aguda crítica social, alguna vez describió a Canadá como un «país de locos, insufriblemente rico y gobernado por idiotas». Con la nueva administración de Trump, marcada por amenazas arancelarias e insultos al primer ministro canadiense, esta percepción ha cobrado un nuevo significado. Mordecai, reconocido por su oposición a las políticas estadounidenses, probablemente encontraría consuelo en el consenso generalizado de la población canadiense, que rechaza la idea de convertirse en el estado 51 de EE. UU.
En este contexto de tensiones internacionales, Canadá ha visto resurgir un orgullo nacional inesperado. Figuras como el filósofo Daniel Weinstock y la escritora Margaret Atwood reflejan un país donde sus habitantes redescubren su identidad y cultura. Muchos canadienses ahora evitan viajar al sur, optando por explorar el Caribe y otras provincias dentro de su propio país, alentados por una política estadounidense cada vez más conflictiva. A su vez, la escena cultural canadiense, enriquecida por novelas quebequenses y la música de iconos como Leonard Cohen, refleja una fortaleza cultural que resiste las presiones externas. Esta situación también ha impulsado un renacimiento del turismo interno, con ciudadanos redescubriendo su propio país, sus ciudades vibrantes y su rica herencia cultural.
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