Un reciente estudio publicado en la revista Communications Psychology ha explorado los factores que inciden en la capacidad de recordar los sueños, revelando que esta habilidad está vinculada a la vulnerabilidad de una persona a la “interferencia cognitiva”. La investigación, llevada a cabo entre 2020 y 2024, incluyó a 217 participantes de diversas edades, quienes llevaron registros de sus sueños y fueron sometidos a evaluaciones tanto psicométricas como cognitivas. Según Valentina Elce, doctora en neurociencia y una de las autoras del estudio, los mecanismos detrás de las experiencias oníricas continúan siendo un misterio. No obstante, el trabajo identifica ciertos rasgos de personalidad y patrones que facilitan la retención de los sueños, como una mayor capacidad para ignorar distracciones externas al despertar.
El estudio también destacó que las personas interesadas en el significado de sus sueños son más propensas a recordarlos. Además, se encontró que quienes tienen una tendencia a la divagación mental suelen retener con mayor frecuencia sus experiencias oníricas. Paralelamente, Elce señala que el sueño profundo puede dificultar la retención de los sueños debido a la actividad de ondas lentas, la cual interfiere en la codificación de la memoria. Otros hallazgos incluyen un menor recuerdo de sueños en individuos mayores y una variación estacional, con menos sueños recordados en invierno. El estudio sugiere que, aunque no está claro si estamos biológicamente diseñados para recordar sueños, hacerlo podría ofrecer beneficios para el procesamiento emocional y la resolución de problemas.
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