La cifra de fallecidos tras el desastre ha llegado a 211, una cantidad que apenas ha aumentado debido a que ya no hay rescates en superficie. Las operaciones de búsqueda y recuperación han cesado, lo que sugiere que las autoridades consideran que han agotado las posibilidades de encontrar supervivientes en las áreas afectadas. Este cierre de las operaciones de rescate indica un cambio en el enfoque hacia la gestión de la recuperación y ayuda a los afectados. Sin embargo, la falta de actualizaciones sobre personas en paradero desconocido genera incertidumbre y preocupación entre los familiares de las víctimas, que aún esperan respuestas.
En medio de esta tragedia, la falta de información sobre cuántas personas siguen desaparecidas provoca una sensación de angustia en la comunidad afectada. Las agencias de emergencia y los equipos de rescate no han proporcionado cifras oficiales sobre los desaparecidos, lo que incrementa la presión sobre las autoridades locales para ofrecer claridad y apoyo a los familiares que aún buscan a sus seres queridos. Mientras tanto, las labores se centran ahora en la asistencia a las víctimas y en la reconstrucción de las infraestructuras dañadas, un proceso que se anticipa largo y complejo. La comunidad reclama no solo información y asistencia, sino también medidas para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir.
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