En una urbanización de Madrid, un grupo de okupas ha desarrollado una estrategia inusual al contar con su propio conserje, quien facilita su entrada al recinto tras haber cambiado la cerradura del acceso principal. Este hecho ha generado preocupación entre los propietarios y residentes de la urbanización, quienes se enfrentan a dificultades para acceder a sus propias viviendas, ya que los okupas controlan el acceso desde el interior. La situación ha escalado tensiones, provocando que los vecinos tomen medidas legales y busquen apoyo de las autoridades locales para intentar recuperar el control del lugar.
Los residentes denunciaron que los okupas actúan con total impunidad, aprovechando vacíos legales y la falta de celeridad en los procesos judiciales para alargar su permanencia en las propiedades ajenas. A esto se suma la frustración de los propietarios, quienes sienten que sus denuncias no reciben una respuesta eficaz por parte de las autoridades. Mientras tanto, el fenómeno sigue extendiéndose, reflejando una problemática que afecta tanto a la seguridad como a la convivencia en diversas urbanizaciones de la capital.
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