El conflicto entre Israel e Irán ha entrado en una nueva etapa tras el respaldo explícito del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a un ataque conjunto contra la República Islámica. Desde el descubrimiento en 2002 del programa nuclear secreto iraní, Israel ha considerado a Teherán una amenaza existencial, lo que ha llevado a especulaciones constantes sobre un posible enfrentamiento militar. La incertidumbre predomina, especialmente para los iraníes que sufren las consecuencias de los bombardeos y para los ciudadanos de países vecinos que temen un impacto económico debido a la inestabilidad en la región. La operación bélica, criticada como un despropósito, plantea graves interrogantes sobre su desenlace final.
Las consecuencias potenciales del conflicto podrían desencadenar un conflicto regional más amplio, con Irán considerando opciones de represalia que van desde atacar bases estadounidenses hasta realizar atentados en el extranjero. Mientras tanto, internautas especulan sobre las acciones del líder supremo iraní, Alí Jameneí, quien enfrenta el dilema de responder con contundencia o arriesgar su legitimidad. Aunque existen posibilidades de una respuesta iraní más simbólica seguida de negociaciones diplomáticas, estas se consideran improbables. El temor a un estancamiento prolongado del conflicto resuena en la comunidad internacional, mientras las tensiones continúan siendo alimentadas por un entorno geopolítico ya frágil.
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