La atención a la salud mental en áreas rurales enfrenta serias dificultades debido al aislamiento geográfico, la despoblación y la falta de recursos y profesionales especializados. Estas barreras no solo limitan el acceso a servicios esenciales, sino que también afectan a una población que, en gran medida, es mayor y tiene menos conciencia sobre la importancia de la salud mental. Las distancias a los centros urbanos, donde se concentran la mayoría de los servicios, agravan la situación, dejando a muchas personas sin acceso a la ayuda que necesitan.
Además, la escasez de profesionales dedicados a la salud mental significa que incluso cuando los servicios están disponibles, la cantidad de personas que pueden atender es limitada. Esta falta de cobertura adecuada puede llevar a un agravamiento de problemas de salud mental que, de otro modo, podrían ser tratados o prevenidos de manera más efectiva. La combinación de estos factores plantea un serio desafío para los responsables de formular políticas, quienes deben encontrar formas de extender y fortalecer la atención a la salud mental en estas zonas desatendidas.
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