En 2024, el mundo ha observado un auge preocupante en las restricciones a la libertad de expresión, enmarcado por unos eventos políticos globales que abarcan desde elecciones masivas hasta conflictos armados. Esta tendencia ha generado serias preocupaciones sobre el estado de la comunicación y la información en un mundo cada vez más digital.
Una de las manifestaciones más inquietantes de este fenómeno ha sido el aumento de los apagones de internet. Al menos 64 países celebraron elecciones este año, y en al menos siete de ellos, el acceso a internet fue restringido durante los períodos electorales. Países como India, Pakistán y Azerbaiyán recurrieron a estas tácticas, lo que no solo obstaculizó el flujo de información, sino que también afectó servicios esenciales y la actividad comercial.
En escenarios de conflicto, la represión de las comunicaciones se ha intensificado dramáticamente. Sudán experimentó un apagón total en sus comunicaciones en medio de episodios violentos, mientras que en Irán, el acceso a redes sociales fue restringido durante protestas. Gaza, bajo tensión constante, sufrió cortes de internet que limitaron gravemente la comunicación de sus ciudadanos.
Las redes sociales, que a menudo se presentan como bastiones de la libertad de expresión, no han estado exentas de controversia. En Palestina, se ha documentado la moderación de contenido injusta, particularmente por parte de empresas como Meta, que respondieron a las presiones del gobierno de Israel de maneras que contrastan con sus declaraciones pro-libertad de expresión.
Además, emergen legislaciones que buscan restringir el acceso a internet por edad, impactando de forma negativa a comunidades vulnerables, incluyendo la comunidad LGBTQ+. Propuestas como la verificación de identidad en Canadá, destinadas a limitar el acceso de jóvenes a contenido explícito, podrían restringir inadvertidamente su libertad para expresarse y explorar identidades en línea.
Mientras que el cibercrimen es un problema genuino, algunas leyes que pretenden combatirlo podrían, en la práctica, acabar silenciando voces críticas. En Jordania, leyes de cibercrimen han sido usadas para reprimir la labor de periodistas y defensores de derechos humanos, mostrando cómo la lucha contra la desinformación puede camuflar intentos de censura.
Conformándose este paisaje restrictivo a lo largo de 2024, la defensa de la libertad de expresión digital adquiere una urgencia nueva. Expertos y activistas enfatizan la importancia de la coalición internacional para salvaguardar estos derechos fundamentales ante una represión creciente, subrayando que la batalla por una comunicación abierta y libre es ahora más crítica que nunca.