El mercado inmobiliario español muestra una marcada dualidad: mientras en grandes ciudades y destinos costeros las viviendas se venden rápidamente a pesar de la subida de las tasas hipotecarias, en zonas menos habitadas un tercio de los inmuebles permanece en el mercado por más de un año. En provincias como Madrid, Granada y Barcelona, menos del 8% de las viviendas tardan más de 12 meses en venderse, en contraposición a Teruel y otras áreas rurales donde la cifra supera el 30%. Factores como la falta de infraestructura y empleo en estas regiones resultan desalentadores para los compradores. En localidades como Alicante, la venta rápida de viviendas ha aumentado significativamente, reflejando una intensa demanda y una oferta insuficiente que continúa elevando los precios del metro cuadrado, dificultando el acceso a la vivienda para jóvenes y familias con rentas bajas.
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