En un movimiento inusual y estratégico, los legisladores demócratas de Texas decidieron abandonar el estado para evitar la aprobación de una propuesta de redistribución electoral impulsada por la mayoría republicana. La propuesta, respaldada por el expresidente Donald Trump, busca rediseñar los distritos de manera que cinco circunscripciones, actualmente en manos demócratas, se conviertan en bastiones republicanos. Este cambio podría asegurar al partido en el gobierno cinco escaños adicionales en las próximas elecciones de medio mandato. La ausencia de los legisladores, que viajaron a estados como Nueva York e Illinois, tiene como objetivo impedir que se alcance el quórum necesario para proceder con la votación en la Asamblea estatal, donde se requiere la presencia de al menos dos tercios de los diputados.
El gobernador republicano de Texas, Gregg Abbott, y el fiscal general del estado han reaccionado con indignación, amenazando con sanciones y posibles expulsiones de los legisladores ausentes. Mientras tanto, los demócratas defienden su decisión como necesaria para proteger la representación justa de los votantes, tildando la propuesta de reforma como un acto autoritario y racista. La medida ha puesto en evidencia las tensiones sobre el controvertido uso del «gerrymandering» en el país, práctica que permite a los partidos manipular las fronteras electorales para asegurar sus victorias. Aunque la redistribución de distritos es una obligación constitucional tras cada censo, los demócratas denuncian que en Texas se está rompiendo el ciclo decenal habitual, señalando la influencia de Trump como un factor determinante en la acelerada maniobra legislativa.
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