La reciente nominación de Emil Bove, exabogado de Donald Trump, al Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito de Estados Unidos ha acentuado las tensiones políticas entre republicanos y demócratas. El Comité Judicial del Senado, dominado por republicanos, respaldó por unanimidad a Bove a pesar de una fuerte oposición demócrata. Bove, actual alto funcionario del Departamento de Justicia, ha sido criticado por más de 900 exintegrantes del Departamento, quienes en una carta lo acusaron de comprometer la integridad de la institución. Un denunciante afirmó que Bove había indicado a sus subordinados que estaría dispuesto a ignorar órdenes judiciales para implementar las políticas migratorias de Trump.
La controversia en torno a su candidatura resaltó aún más cuando los demócratas intentaron, sin éxito, retrasar la votación del comité para escuchar el testimonio del informante. La decisión del presidente del comité de proceder sin permitir el testimonio desató la molestia de la bancada demócrata, que optó por abandonar la sesión en señal de protesta. Este conflicto refleja las profundas divisiones políticas en torno a las nominaciones judiciales y la influencia de la administración Trump en la justicia estadounidense, en un momento en que la independencia del poder judicial se encuentra bajo escrutinio.
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