El pueblo kurdo, una de las minorías étnicas más grandes del mundo sin un Estado propio, se encuentra disperso en regiones de Irak, Siria, Irán, Turquía y un pequeño enclave en Armenia. Con una población global estimada entre 36 y 45 millones de personas, los kurdos mantienen una identidad nacional y lengua propia a pesar de las diferencias en dialectos y prácticas religiosas. El Kurdistán, un territorio montañoso, ha sido testigo de más de un siglo de luchas por la autodeterminación y derechos culturales. A pesar de las promesas internacionales post Primera Guerra Mundial, los acuerdos como el Tratado de Sèvres no lograron materializar un estado kurdo autónomo, culminando con la división territorial decretada por el Tratado de Lausana en 1923 que repartió su tierra entre nuevos estados de la región.
En los últimos años, los kurdos han estado en la vanguardia de conflictos significativos, como la batalla contra el ISIS en Siria, donde las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), integradas por milicianos kurdos, han jugado un papel crucial, respaldados por Estados Unidos. Sin embargo, el camino del pueblo kurdo ha estado marcado por enfrentamientos continuos, como el conflicto en Turquía desde la fundación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en 1978, y más recientemente, los combates en el norte de Siria entre las FDS y fuerzas proturcas. La historia kurda refleja una tenaz búsqueda de autonomía y reconocimiento en una región frágil y políticamente compleja, donde el legado de tratados y conflictos define su presente y desafía su futuro.
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