El fenómeno del «dry texting» o mensajes secos refleja una nueva dinámica de comunicación en la era digital, donde las respuestas cortas o los emojis ambiguos pueden cambiar el tono de una conversación. Este estilo de mensajería, que se caracteriza por su aparente frialdad y falta de conexión emocional, se ha vuelto común en plataformas de mensajería instantánea, especialmente entre los jóvenes, quienes prefieren esta forma de interacción al diálogo telefónico tradicional. Expertos advierten que estas prácticas pueden llevar a malas interpretaciones y sentimientos de desconexión, ya que el receptor suele llenar los vacíos emocionales con su propio contexto, lo cual podría no ser siempre positivo. Esta manera de comunicarse puede afectar tanto relaciones personales como laborales, provocando incomodidad y sentimientos de indiferencia o desinterés.
El uso de emojis y mensajes breves puede tener incluso implicaciones legales, como lo demuestra un reciente caso en Canadá donde un tribunal otorgó peso legal a un emoji en la aceptación de un contrato. Esto subraya la importancia de ser consciente de cómo nuestras interacciones digitales pueden tener repercusiones tangibles. Profesionales como Mar España y Ami Bondía señalan la necesidad de desarrollar habilidades comunicativas y emocionales en el entorno digital para evitar malentendidos que puedan llevar al deterioro de relaciones. Además, prácticas como el “ghosting” demuestran cómo la tecnología facilita ignorar a los demás sin cerrar adecuadamente las conversaciones, lo que puede generar incertidumbre. En un mundo donde las interacciones digitales prevalecen, encontrar el equilibrio entre comunicación virtual y personal se vuelve esencial para mantener vínculos saludables.
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