La tasa de natalidad ha caído por noveno año consecutivo, según los últimos datos demográficos de 2024. El fenómeno se ha agudizado hasta el punto de que han fallecido más de dos personas por cada recién nacido. Este desequilibrio plantea serios desafíos para el futuro demográfico y económico, ya que una población envejecida podría afectar los sistemas de pensiones y aumentar la presión sobre los servicios de salud.
La disminución de la natalidad se atribuye a factores sociales y económicos, como la precariedad laboral, el alto coste de la vivienda y el retraso en la edad de tener hijos. Las medidas implementadas hasta ahora no han conseguido revertir esta tendencia. Las autoridades se enfrentan al reto de diseñar políticas efectivas que fomenten el crecimiento poblacional sin comprometer el bienestar de la ciudadanía.
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