En Puerto Rico, más de 50,000 personas se reunieron para el cierre de campaña de Juan Dalmau, líder del Partido Independentista Puertorriqueño en coalición con el Movimiento Victoria Ciudadana. En un acto cargado de simbolismo, los asistentes coreaban con esperanza y fe, un lema que reflejaba la creciente movilización por un cambio político. Estas elecciones se presentan no solo como un desafío al tradicional bipartidismo entre el Partido Nuevo Progresista y el Partido Popular Democrático, sino como una oportunidad para redefinir la relación política con Estados Unidos, marcada por un estatus colonial que limita su autonomía. Esta campaña electoral, teñida por un impulso de renovación y reconciliación, reunió a diversos sectores en busca de abordar urgencias sociales y económicas, dejando de lado divisiones ideológicas en pos de un objetivo común.
La participación de figuras influyentes como Bad Bunny, quien usó su alcance mediático para respaldar la alianza política, subraya el impacto de la cultura popular en el ámbito político. La narrativa del cambio fue reforzada con la música, símbolo de la resistencia y el hartazgo de una juventud que ha crecido en episodios de crisis continuada, desde desastres naturales hasta crisis económicas. La campaña se convirtió en un acto de resistencia cultural, donde las generaciones jóvenes se preparan para desafiar el legado de una administración que ha perpetuado la precariedad. Con el cierre marcado por discursos apasionados y actuaciones musicales, el llamado a movilizarse y votar se hizo presente en la búsqueda de un Puerto Rico que refleje las aspiraciones de sus ciudadanos, en un entorno de descontento con las promesas vacías del sistema tradicional.
Leer noticia completa en El Pais.
