En un clima de creciente tensión política, la oposición ha arremetido contra la alcaldesa, acusándola de instrumentalizar el sufrimiento de las víctimas para su propio beneficio personal y político. Durante una reciente sesión plenaria, diversos representantes opositores manifestaron su descontento ante lo que consideran una «explotación inaceptable» de las tragedias que han conmocionado a la comunidad. Estas críticas se centran en lo que algunos califican como un uso excesivo de actos conmemorativos y presencia mediática en eventos donde las víctimas y sus familias deberían ser el foco principal. La situación ha generado un intenso debate sobre los límites de la intervención política en situaciones de dolor colectivo.
La administración local, por su parte, ha defendido las acciones de la alcaldesa, argumentando que su presencia y apoyo en dichos eventos han sido destinados a mostrar solidaridad y fortalecer las medidas de apoyo a las víctimas. Sin embargo, la oposición continúa cuestionando estas justificaciones, sugiriendo que se trata de una estrategia calculada para aumentar su visibilidad y capital político en un momento donde su gestión enfrenta críticas en otros frentes. Este enfrentamiento subraya la delicada relación entre política y sensibilidad social, y plantea interrogantes sobre cómo los líderes deben manejar situaciones tan delicadas sin cruzar líneas éticas.
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