La frecuencia de las noches tropicales y tórridas ha aumentado considerablemente desde los años 80, indicaron expertos en climatología. En un preocupante desarrollo, algunas noches registran temperaturas que no bajan de los 30 grados, un fenómeno que se está volviendo más común. Este incremento afecta principalmente a las áreas urbanas, donde el efecto isla de calor intensifica el problema. Los especialistas señalan que esta tendencia tiene implicaciones directas en la salud pública, ya que las altas temperaturas nocturnas impiden un descanso adecuado y pueden agravar enfermedades preexistentes.
El cambio climático desempeña un papel crucial en el aumento de estas anomalías térmicas nocturnas. Las ciudades, con su densidad de edificaciones y asfalto, son especialmente vulnerables, exacerbando el fenómeno y poniendo en riesgo a sus habitantes. Ante esta situación, es urgente implementar medidas de adaptación y mitigación, tanto en el urbanismo como en las políticas ambientales, para afrontar los desafíos que presentan las noches cada vez más calurosas.
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