En agosto del año pasado, el presidente argentino Javier Milei celebraba lo que denominaba un «milagro económico» durante una conferencia en Buenos Aires. En ese momento de euforia, destacó sus logros económicos: un superávit fiscal histórico, una caída significativa de la inflación y un incremento en el consumo familiar, todo respaldado por un dólar accesible y la figura de un ministro de Economía alabado por sus decisiones. Sin embargo, un año después, ese supuesto milagro enfrentaba serios desafíos. Las medidas de ajuste fiscal y liberalización cambiaria, inicialmente celebradas por los mercados, comenzaron a mostrar fisuras con una consecuente necesidad de dólares para mantener el tipo de cambio sobrevaluado.
El modelo de Milei, basado en un ajuste radical y la eliminación de restricciones cambiarias, comenzó a debilitarse cuando los ingresos de dólares mermaron y las medidas para contener el tipo de cambio resultaron insostenibles. El aumento en los encajes bancarios y las elevadas tasas de interés asfixiaron la actividad económica, resultando en un estancamiento que podría derivar en recesión. El impacto social fue considerable, con pérdida de empleos, salarios que no compiten con la inflación y un aumento de la pobreza estructural. La caída de apoyo popular se evidenció en las recientes elecciones legislativas, donde Milei sufrió un duro revés. Ante el descontento creciente, el gobierno intenta ahora adoptar un tono más conciliador, aunque muchos cuestionan su capacidad para revertir la situación económica actual.
Leer noticia completa en El Pais.