La llegada de Giorgia Meloni al Consejo de Ministros de Italia marcó un hito en la historia del país, siendo la primera mujer en asumir el cargo. Su ascenso al poder despertó temores de un giro hacia políticas iliberales, similares a las de líderes como Viktor Orbán en Hungría. Sin embargo, dos años después, Meloni ha consolidado su posición como una figura central en la derecha europea. Considerada inicialmente una amenaza para los valores europeos, su pragmatismo ha ganado el respeto incluso de líderes como Ursula von der Leyen, a pesar de las críticas de la izquierda por sus políticas migratorias y su postura en temas como el medio ambiente y los derechos LGBTQ+. Meloni ha manifestado su compromiso con declaraciones firmes sobre su esfuerzo en el gobierno.
Su éxito, en gran medida, se debe a su capacidad para equilibrar ideología y pragmatismo, manteniendo las alianzas tradicionales de Italia con la UE y la OTAN, mientras se aleja de proyectos como el Belt and Road de China. La política migratoria de Meloni, centrada en la externalización, ha sido un punto de controversia, especialmente por su acuerdo con Albania y la declaración de ciertos países como seguros. Esta posición refleja una tendencia más amplia en Europa, donde varios líderes han adoptado políticas migratorias restrictivas. A pesar de la estabilidad de su gobierno, las tensiones internas, especialmente con figuras como Matteo Salvini, y desafíos en reformas económicas y sociales, siguen siendo un indicador de las complejidades políticas a las que Meloni debe hacer frente.
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