En un contexto político marcado por la retórica ferviente y las estrategias discursivas, especialmente durante periodos de crisis y cercanía electoral, se observa un incremento en el uso de estas herramientas por parte de los políticos para favorecer intereses variados. La reciente reforma laboral presentada por el gobierno al Congreso y la negativa del Senado a convocar una Consulta Popular han intensificado estas dinámicas, evidenciando una tendencia a manipular el lenguaje y las leyes para servir a fines partidistas y personales. Este comportamiento se ha convertido en una táctica común, distorsionando a menudo la realidad de manera que desafía el sentido común y la percepción general.
Estos acontecimientos subrayan la importancia de analizar críticamente el discurso político, que en ocasiones alcanza niveles de impostura significativos. La manipulación del lenguaje no solo busca influir en la opinión pública, sino que también intenta disfrazar la realidad a favor de agendas particulares. En este escenario, es crucial que tanto los medios como los ciudadanos mantengan una visión crítica y constructiva para exigir transparencia y responsabilidad, sobre todo cuando los asuntos discutidos tienen un impacto directo en la vida social y económica del país.
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