Los desarrollos recientes en Gaza han generado un controvertido acuerdo internacional por el cual el territorio será administrado como un protectorado, excluyendo a los representantes palestinos de los derechos de gestión. Este acuerdo, impulsado por las principales potencias internacionales y las partes involucradas en el conflicto, tiene como objetivo estabilizar la región y fomentar un ambiente de paz y reconstrucción. Sin embargo, la ausencia de los palestinos en el proceso de toma de decisiones ha suscitado críticas por parte de organismos de derechos humanos y la comunidad internacional, que argumentan que tal medida socava la autodeterminación del pueblo palestino.
La decisión de establecer el protectorado ha sido respaldada por varias naciones clave, las cuales creen que la intervención internacional directa podría romper el ciclo de violencia persistente en la región. Sin embargo, la exclusión de los palestinos plantea serios desafíos a la legitimidad y sostenibilidad del acuerdo. Organizaciones locales e internacionales han expresado preocupaciones sobre la falta de voz de la población gazatí en la administración de su futuro, lo que podría desembocar en un aumento de tensiones y resistencias internas. A medida que se despliega este nuevo marco de gobierno, el éxito de la iniciativa dependerá de la inclusión de perspectivas palestinas en futuras negociaciones.
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