La final de la Copa del Rey entre Barcelona y Real Madrid estuvo marcada por una tensión inusitada debido a las polémicas decisiones arbitrales. El árbitro Ricardo de Burgos Bengoechea, encargado del partido, enfrentó uno de los escenarios más controvertidos de su carrera cuando, en el minuto 96, pitó un penalti a favor de los azulgranas que fue posteriormente anulado tras revisar el VAR. Este giro dramático aumentó el clima de incertidumbre y enfado en La Cartuja, especialmente tras la expulsión de varios jugadores del Real Madrid, incluido Rüdiger, quien lanzó un objeto desde el banquillo. Ancelotti, técnico del Madrid, prefirió no opinar sobre el arbitraje, reflejando la delicada situación.
Las horas previas al partido se convirtieron en un hervidero de tensión. La rueda de prensa del viernes se transformó en un emotivo evento cuando De Burgos Bengoechea rompió a llorar al mencionar el impacto de las críticas en su familia. En un intento por calmar los ánimos, se llevaron a cabo conversaciones de alto nivel entre representantes del fútbol español, incluido Florentino Pérez del Real Madrid y Rafael Louzán de la Federación Española de Fútbol. A pesar de las tensiones, la final se jugó, aunque el clima seguía cargado, con fuertes críticas a las decisiones arbitrales y a la gestión de la crisis por parte de la federación.
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