Un análisis reciente de cinco películas históricas revela cómo el cine, a menudo más enfocado en el dramatismo que en la precisión, distorsiona o inventa hechos del pasado. Títulos como «Ágora», «Camino de Santa Fe», «Aguirre, la cólera de Dios», «Juana de Arco» y «Espartaco» presentan eventos y personajes que, aunque anclados en la historia, a menudo representan versiones alteradas de la realidad. Por ejemplo, «Ágora» incluye una escultura de la Loba Capitolina en un contexto temporal que no corresponde a la época de Hipatia. Esta obra, en realidad medieval, refleja una falta de rigor histórico en la representación del entorno de la antigua Alejandría.
En «Camino de Santa Fe», la película reúne a varias figuras militares en una misma promoción de West Point, lo que es históricamente imposible debido a sus distintas fechas de graduación. Asimismo, «Aguirre, la cólera de Dios» presenta erróneamente a fray Gaspar de Carvajal como parte de una expedición donde, en realidad, no participó. Las licencias tomadas en la versión de «Juana de Arco» de Luc Besson desdibujan los motivos religiosos que guiaron a la heroína, confundiendo la historia con detalles ficticios. Por último, «Espartaco» muestra a gladiadores que usaban armas de tipos que no existían en la época de la revuelta liderada por el famoso gladiador, subrayando la tendencia del cine a priorizar la narrativa sobre la autenticidad histórica.
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